Morfeo se me paró enfrente, me miró a través de sus oscuros lentes y con la inexpresividad que lo caracteriza me mostró la desolada devastación de la realidad.
Una agónica angustia se adueñó de mí, la garganta se me cerró, el estómago se me retorció, por un instante mi alma intentó abandonar mi cuerpo, pero se destrozó en el camino y la esperanza perdió su vida frente a mis ojos. A mi lado el hermoso auto de estima se atomizaba hasta desaparecer.
Caí al piso sin fuerzas, mi corazón latía cada vez más despacio, el agua salada brotaba sin control desde mis ojos, cada célula de mi cuerpo completaba su ciclo de existencia; y él se me acercó, alto, rígido, incompasible, y en su mano sólo una pastilla, azul.
Sus palabras fueron: "Volvé! No estás hecha para esto. El mundo es un lugar demasiado horrible para alguien como vos."
Mis ojos buscaron los suyos a través de los oscuros vidrios pero no los encontré.
"Por qué?"
"Porque no podes. No tenés las condiciones ni las capacidades. Simplemente no es lo tuyo"
"Y ahora qué voy a hacer?"
"Volvé!"
"No puedo."
"No querés!"
"Cómo volver después de todos los proyectos, los sueños, el trabajo, el esfuerzo? Cómo olvidarlo todo y volver?"
Me miró fijamente, quitó la barrera oscura que distanciaba sus ojos de los míos, se acercó a los lastimeros resto en el piso de mi persona y me dijo dulcemente: "Y para qué quedarte? De qué te sirve seguir? Sólo vas a encontrar dolor, pesar, frustración. Mirá a tu alrededor, el sueño terminó. Ya no hay camino. Si te quedas la oscuridad te asechará hasta alcanzarte y ya nadie podrá sacarte de ahí. Volvé, es tu única oportunidad de salir ilesa de todo esto!"
Luego se levantó y se alejó, dejándome en el agónico sufrimiento de decidir. Las lágrimas dieron paso a un horrible estado de consternación, miré a mi alrededor, y sólo hallé desolación, sufrimiento, agonía; Morfeo se había equivocado, o tal vez no, logré ver muchos caminos, pero cada uno era peor que el otro. Revisé mis bolsillos y la encontré, la pastilla azul, la única escapatoria a ese horror estaba en mi mano; sólo debía tomarla y todo desaparecería.